Poema El renacuajo paseador

    El renacuajo paseador - Español - - Poesia infantil -
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    Poema El renacuajo paseador


    El hijo de Rana, Rinrín renacuajo,

    salió esta mañana muy tieso y muy majo

    con pantalón corto, corbata a la moda,

    sombrero encintado y chupa de boda.

    “¡Muchacho, no salgas!” le grita mamá,

    pero él hace un gesto y orondo se va.

    Halló en el camino, a un ratón vecino

    y le dijo: “¡Amigo! venga usted conmigo.

    Visitemos juntos a doña Ratona


    y habrá francachela y habrá comilona”.

    Renacuajo y Ratón llegan a la casa de doña Ratona

    A poco llegaron, y avanza Ratón.

    Estírase el cuello, coge el aldabón,

    da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?

    – “Yo doña ratona, beso a usted los pies.

    ¿Está usted en casa? ”

    – “Sí, señor, sí estoy,

    y celebro mucho ver a ustedes hoy;

    estaba en mi oficio, hilando algodón,

    pero eso no importa; bienvenidos son”.

    Se hicieron la venia, se dieron la mano,

    y dice Ratico, que es más veterano:

    – “Mi amigo el de verde rabia de calor,

    démele cereza, hágame el favor”.

    Y en tanto que el pillo consume la jarra

    mandó la señora traer la guitarra

    y a renacuajo le pide que cante

    versitos alegres, tonada elegante.

    “¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,

    pero es imposible darle gusto ahora,

    que tengo el gaznate más seco que estopa

    y me aprieta mucho esta nueva ropa”.

    “Lo siento infinito”, responde tía Rata,

    “aflójese un poco chaleco y corbata,

    y yo mientras tanto les voy a cantar

    una cancioncita muy particular”.

    La llegada de los gatos a la casa de doña Ratona

    Mas estando en esta brillante función


    de baile, guitarra y canción,


    la Gata y sus Gatos salvan el umbral,

    y vuélvese aquello el juicio final.

    Doña Gata vieja trinchó por la oreja

    al niño Ratico maullándole: “¡Hola!”.

    Y los niños Gatos a la Rata vieja

    uno por la pata y otro por la cola.

    Don Renacuajito mirando este asalto

    tomó su sombrero, dio un tremendo salto

    y abriendo la puerta con mano y narices,

    se fue dando a todos “noches muy felices“.

    Y siguió saltando tan alto y aprisa

    que perdió el sombrero, rasgó la camisa,

    se coló en la boca de un pato tragón

    y éste se lo embucha de un solo estirón.

    Y así concluyeron, uno, dos y tres

    Ratón y Ratona, y el Rana después;

    Los Gatos comieron y el Pato cenó,

    ¡y mamá Ranita solita quedó!

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